Desbarres postmodernos

Vaya por delante que siento respeto intelectual por Zygmunt Bauman. Lo considero un buen analista de la dinámica social de los tiempos que corren, y por ello considero es merecedor de la atención que suscitan sus libros, artículos y declaraciones.

Sin embargo, Bauman no es capaz de abstraerse de toda la porquería que la «Nueva Izquierda», desde los años 60 en USA y Europa ha ido implantando en la comunidad académica y que se ha establecido como pensamiento dominante, desbancando al marxismo clásico. De ahí que, en su libro Trabajo, consumismo y nuevos pobres haga un alegato en favor de la continuidad de las políticas de «Acción Afirmativa» (discriminación positiva, para entendernos) hacia la comunidad afroamericana; estas políticas consistían, básicamente, en establecer cuotas de entrada en determinados empleos públicos y universidades para afroamericanos por razón de su pertenencia a ese grupo étnico y fundamentadas en la discriminación secular que habían padecido. Las consecuencias globales, cuarenta años después de la implantación de éstas políticas, han sido las siguientes:

1ª. El nivel medio de las aulas universitarias en los USA ha bajado ostensiblemente. Esa disminución del nivel de exigencia hay que achacarlo, en gran medida, a los prejuicios del propio profesorado. Yo mismo he sido destinatario de una confidencia que me hizo un profesor de una universidad useña que había recibido presiones de un compañero para puntuar de una forma «generosa» a un alumno afroamericano en base a que era «el primero de su familia en ir a la universidad».

2ª. La segregación étnica no solo ha disminuido, sino que ha tendido a aumentar, porque un efecto colateral de estas políticas fue que jóvenes de familias blancas sin recursos económicos no pudieran estudiar en la universidad. No hace falta ser muy inteligente para imaginar que esto ha generado un resentimiento en determinadas capas de población y, por lo tanto, una mayor dificultad para que haya un mestizaje.

3ª. Si desde la abolición de la esclavitud (1865) hasta la eclosión del movimiento por los Derechos Civiles (años 1960) los indicadores de renta de la comunidad afroamericana tendían a converger con los de la población blanca, desde entonces y hasta la fecha han vuelto a alejarse.

Paradójicamente, unas políticas que tienen como intención explícita avanzar hacia una mayor igualdad, acaban generando desigualdades cada vez mayores. No es casual: la Izquierda postmoderna huye de lo que ellos denominan «Gran Relato» y, en vez de centrarse en la Historia de la Humanidad, se centran en «las historias», y al final sus propuestas políticas se asemejan más a una negociación con el Estado en la cual cada «grupo oprimido», de forma corporativa (sean afroamericanos, hispanos, gays, lesbianas, mujeres…) reclama «lo suyo»  sin importarle demasiado los efectos colaterales que tendrá el reparar aquí y ahora las «injusticias históricas» que los abuelos del grupo étnico o social preponderante cometieron contra ellos.

Esta es una de las razones por las que siento más respeto hacia la teoría marxista clásica porque, con todas sus limitaciones, su esquema binario de explotadores y explotados trascendía cuestiones de origen nacional, étnico, de género o de orientación sexual (más allá de su aplicación práctica, que en muchos países también era discriminatoria). Por eso me sorprende en cierta manera que Bauman, a pesar de haber sufrido los desmanes del régimen comunista polaco en carne propia, no sea capaz de observar que el corpus teórico del marxismo es mucho más solidario que el de la Izquierda postmoderna. Pienso que es consciente de esta contradicción, pero que sus prejuicios y traumas le impiden avanzar hacia la Verdad.

Y, en realidad, para conseguir una mayor integración de los afroamericanos en la sociedad useña bastaría con que los criterios para recibir ayudas se basasen, única y exclusivamente, en la renta, y no en los orígenes étnicos. Con ello conseguiríamos:

1ª. Una mayor justicia redistributiva en base a los ingresos de las familias hoy, no hace tres o cuatro generaciones. Con lo cual, tendría oportunidades aquel que las mereciera y no tuviera recursos, pura y simplemente.

2ª. Desaparecería, a medio plazo, el resquemor de las familias blancas obreras hacia los afroamericanos. Ello favorecería la cohesión social entre los diferentes grupos étnicos en base a la defensa de un proyecto común, el Estado, como garante de oportunidades.

Esto, que toda la vida ha sido defendido por la socialdemocracia y por la democracia cristiana, es de lo que ahora huye la Izquierda. Significativo.

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Una respuesta a Desbarres postmodernos

  1. Perhi dijo:

    «Pienso que es consciente de esta contradicción, pero que sus prejuicios y traumas le impiden avanzar hacia la Verdad.»

    Joder, y con mayúsculas. Qué rancio eres. 🙂

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